La materialidad no trata simplemente de un aspecto en la arquitectura; es verdad que lo es, pero al mismo tiempo posee un poder aún más grande: tiene la capacidad de expresar lo que el arquitecto no puede decir. En síntesis, trata de un camino por el cual el mensaje del arquitecto puede expresarse en su totalidad. Tratar los aspectos materiales de la arquitectura como un paso secundario o trivial, implica la pérdida de ese canal de transmisión entre el autor y los usuarios.
Los materiales traen consigo la posibilidad de regir una composición. Las formas, las texturas, los colores, entre otros aspectos que parecieran simples detalles, pueden llevar a generar objetos en escalas mucho más grandes y cargadas de significados. La importancia de la materialidad habla por sí misma al momento de mirar la obra de Louis Kahn; arquitecto nacido en Estonia y ciudadano estadounidense que sin duda marcó el rumbo de la arquitectura de mediados del siglo XX. Sus proyectos, aunque pocos, reflejan una especial conexión del proyectista con los elementos físicos constitutivos de sus creaciones.
Louis Kahn comenzó a proyectar a una edad avanzada con la premisa de que estaba buscando su propio estilo. Si se echa un vistazo al contexto histórico, el tiempo en el que Louis Kahn egresó de la Escuela de Arquitectura fue relevante para este arte. El estilo internacional imperaba en Estados Unidos y Europa, nombres como el de Philip Johnson, Mies van der Rohe y Lloyd Wright estaban en la escena. La escuela de Chicago con sus rascacielos y sus impactantes edificios era algo reciente. Todo aquello parecía conformar un tiempo próspero y lleno de propuestas distintas para marcar un nuevo camino en la infinidad de rutas que lleva dentro de sí la arquitectura. La problemática que vio Kahn a todo esto fue que la propuesta se homogeneizó, reduciendo la creatividad a tres materiales básicos: vidrio, acero y concreto. Él nunca se sintió cómodo ante este estilo gastado de proyectar y fue precisamente por eso que buscó tomar un rumbo distinto para su arquitectura.
Un episodio determinante para la obra de Louis Kahn fue el viaje que emprendió a los países de las culturas antiguas. Kahn estaba entre niebla hasta el momento en el que estuvo frente a los monolíticos espacios. A partir de entonces todo fue claro para él. La atemporalidad, la persistencia y la majestuosidad de aquellas culturas milenarias serían aplicadas en su arquitectura moderna. Dichas características sólo podrían aterrizarse con los materiales adecuados y él sabía esto perfectamente. Es esta idea general de sus intenciones como arquitecto la que lo lleva a asumir la materialidad como un concepto fundamental.
Bangladesh National Assembly, por Louis Kahn.
Fuente: Another-travel-blog.blogspot.mx
Kahn se dedicaba a la enseñanza al mismo tiempo que ejercía como arquitecto. Sus clases ponderaban significativamente aspectos materiales de la arquitectura y planteaban como necesaria la comunicación con los materiales para solidificar ideas, para plasmar ocurrencias.
El estonio es considerado principalmente como Brutalista. Esto es porque siempre buscó que el material utilizado para sus proyectos se mostrara en bruto; es decir, tal cual era. Es posible decir que Kahn utilizaba los materiales como si ellos mismos tuvieran personalidad, pues en sus diseños mostraba un diálogo con los últimos, un proceso en el que las formas producto de sus ideas, estaban dispuestas de manera que se pudiera sacar provecho de las características del material.
Exeter Library, por Louis Kahn. Fuente: WordPress.com
El Salk Institute en Estados Unidos es un ejemplo claro de la personalidad de los materiales. La fachada y estructura de este complejo es de concreto. Si se mira de cerca, es posible notar las marcas que quedaron en el concreto al momento de ser aplicado. Muchos arquitectos buscan minimizar la evidencia de estas marcas mediante revestimientos o curaciones. En el caso de Louis Kahn esto no es así. Las marcas sobre el concreto son evidencia del proceso constructivo que llevó a que el Salk Institute se viera de esa forma. Las marcas del concreto son la historia del espacio porque dan cuenta de lo que tuvo que suceder para que tal muro esté donde se encuentra ahora. Revestir el muro o las fachadas sería como negar la historia del mismo. Es por eso que para Kahn, las marcas en los acabados del Salk (y de sus demás proyectos) cobran tanta importancia, y en vez de ser prueba de una falla, son elementos que “humanizan” el proyecto. Con esta percepción es posible notar que de pronto, las marcas en el material son una prosopopeya en determinado espacio.
Jatiyo Sangshad Bhaban fuente: Wikipedia, pagina de Kahn
Kahn retoma conceptos de temporalidad gracias a los materiales de los que se vale. Sus obras incluso han sido confundidas con patrimonios históricos. El ayuntamiento que diseñó en Bangladesh es prueba de ello. El edificio no sufrió daños por bombardeo de aviones porque la gente pensaba que era un edificio antiguo. El diseño de sus obras parece ser de otro tiempo y de la misma manera prevalece impactante y majestuoso. De sólo imaginar la Exeter Library en otros materiales, la intención sería prácticamente imposible de leerse. Y es que de nuevo, los materiales rigen desde un principio la composición de Kahn. Para él, los materiales son tan necesarios para una composición, como lo es un papel o una pluma para escribir una carta.
Es complicado notar la grandeza de la obra de Louis Kahn sin los materiales que constituyen sus proyectos, pues la materialidad fue claramente un punto focal para todas sus propuestas. Quizá no es la única manera de proyectar, pero sin duda la materialidad es un aspecto muy importante a considerar al momento de diseñar un espacio. Y más que un requerimiento, lo interesante sería ver a la materialidad como una oportunidad de manifestación propia. Mucho de lo que puede verse en la obra de Kahn es a fin de cuentas reflejo de lo que él era y de lo que él pensaba.
Salk Institute, por Louis Kahn. Fuente: Photoextract.com
Un material es un puente de comunicación. El trabajo de Louis Kahn es una forma de demostrar que la arquitectura no sólo es un proceso mecanizado sino que también puede ser sensible y transmisor de sentimientos, pensamientos y personalidades. La genialidad de la obra de Kahn no se da a partir del número de páginas que abarca en un libro de historia de la Arquitectura; se hace constar a partir del momento en el cual se observa que sus proyectos son en realidad composiciones cuyos versos son los tecnicismos que al momento de valerse de ellos, generan una historia que se comunica a través de un mero espacio. Louis Kahn llegó para recordar que es posible generar obras que tengan voz propia: la nuestra.
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